jueves, 19 de noviembre de 2015

EL RIO QUE NOS ATRAVIESA Por Carlos Vicente Sanchez

http://www.latarde.com/opinion/columnistas/carlos-vicente-sanchez/161042-el-rio-que-nos-atraviesa

Uno bebe del río, retorna al río… hay que volver a él.

Cuando le pregunté al escritor de Barrancabermeja Nahum Montt, importante autor de libros como Lara, El eskimal y la mariposa, y Hermanos de tinta; qué era lo que estaba pasando en Santander, por qué últimamente brotaban de allá grandes promesas culturales y logros literarios como Daniel Ferreira Premio Clarín, o Pablo Montoya Campuzano, ganador del premio Rómulo Gallegos, me respondió, casi como una sentencia: “Pasa el río Magdalena que ha servido de espíritu para tantas de nuestras historias más bellas y más truculentas. La subienda no solo nos trae el pescado, sino la cultura, el baile, la música y las historias”.

Nosotros en Risaralda tenemos al cuarto río más importante del país, y este baja caudaloso, lleno de historias por contar. El Río Cauca es una fuente cultural inagotable, un sendero de oportunidades y quizás cansados de verlo como escenario de tragedias, de muertos que aún flotan resistiendo el olvido, de mujeres llorando a sus desaparecidos, ya empieza a verse como escenario de desarrollo para narrar otras realidades y construir utopías. El río genera intercambio, conocimiento y una vaga idea de que más allá de este puerto que habitamos existen otros que se conectan a través del agua a esa idea de Nación y paz.

Si le preguntaran a esas comunidades ribereñas cuáles son sus fantasmas o sus sueños, qué idea tienen del futuro, sabríamos que ellos quieren retornar a los puertos y ver de nuevo los barcos navegando por la Virginia, como intentó en algún momento don Guillermo Lagos, un naviero de barba blanca que visionaba un río lleno de opciones mientras conducía su pequeña barca de aspas río arriba, pescando historias, hasta que un día naufragó.

Los rituales del río, la necesidad de empaparnos en él para comprender el torrente humano que nos compromete con la vida, los actos simbólicos que nos resignifican, la apropiación de sus orillas, (porque el río es de él, ni siquiera lo que hacemos a sus costados es nuestro), son los que nos hacen entender de algún modo que nosotros le pertenecemos y no al revés. (Intenten que el río les pertenezca y sabrán de sus furias)

Hay que integrarse al río Cauca, soñar un desarrollo con él, cuidar las aguas que lo alimentan, imaginar de nuevo los trenes conectándonos con las costas, ver los barcos atracando en los puertos, disfrutar de las subiendas y comprender que allá subsiste nuestro espíritu, porque “Si hay magia en este planeta, está contenida en el agua.” Como dice Loran Eisely.

De la misma manera que autores norteamericanos como Mark Twain, William Faulkner, Tenesee Williams, los atravesó el Mississippi, para hacerlos contar sus historias, y fueran testigos de la humanidad y todo lo que se remueve desde sus caudales, de esa misma manera nosotros, tan tropicales y góticos al mismo tiempo, beberemos de las historias del río que pasa, haremos poesía.

Por eso la invitación a que nuestros gobernantes giren sus miradas al río Cauca es trascendental, porque debemos atender nuestro llamado como comunidad, como una región que logrará el desarrollo desde las vísceras culturales que corren bajo aquel caudal mágico y poderoso que tenemos el privilegio de habitar y que nos atraviesa.

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