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Una forma infame, canalla y cruel, de eutanasia sigilosa y perversa, es la actitud sutil y negligente del Estado, en atender la salud de su pueblo.
Los Hospitales sangran, como enfermos agónicos, dan sus últimos estertores, ante la mirada insensible de un gobierno “mostrón”, circense, espectáculo, obsesionado en el sainete imbécil y descarado de la paz Fariana.
¿Por qué no meter en cintura a las Empresas prestadoras de salud, que adeudan millonarias sumas de dinero, a estos entes de salud que anémicos fallecen? esos dineros son la sangre, la vida del crítico paciente, es menester legislar con dureza al respecto, solo que quienes lo hacen tienen intereses en este lucrativo “negocio.
Paseos de la muerte, desatención, términos y citas exageradas en el tiempo, una farmacopea precaria y de mala calidad, olvido y desprecio por el enfermo y el anciano, insensibilidad, despilfarro del dinero en lujos y bienes suntuarios, acciones judiciales y de tutela que reclaman una atención digna y humana se baten contra las argucias, negaciones y malas prácticas de estos emporios económicos,
verdaderas sanguijuelas, parásitos del dolor y la enfermedad.
Nos comportamos de manera mezquina e infame, con nuestro pueblo; de por sí, especialmente golpeado por la enorme brecha y escisión entre pobres y ricos, las normas constitucionales, son de papel, de sabor populista y demagógico, queremos posar de justos, igualitarios, defensores de la dignidad humana.¿ Por qué no legislar sobre temas tan trascendentes y álgidos como este, y no en zalamerías anodinas como la adopción de menores por parte de parejas del mismo sexo? ¿Por qué no quitarle a la Corte Constitucional ese poder de legislar a la sombra, por encima del congreso? ¿Por qué no invertir el dinero para el supuesto postconflicto, en aliviar la salud de los Colombianos, que en sostener criminales dueños de una gran fortuna, similar al presupuesto de una pequeña Nación del Caribe?
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