lunes, 9 de noviembre de 2015

NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS POR ERNESTO ZULUAGA

http://www.latarde.com/opinion/columnistas/ernesto-zuluaga-ramirez/160047-no-hay-mal-que-dure-cien-anos

…Ni Pereira que los resista. No es momento para triunfalismos y menos para retaliaciones, pero sí es pertinente y necesario resaltar sin temores el significado de lo que los pereiranos decidieron el domingo pasado.

Terminó una etapa de la historia de nuestra comarca con muchas lecciones que ojalá perduren en la conciencia de nuestros ciudadanos y dirigentes para que no se repitan. Del senador Soto quedan varias gestas exitosas y también muchas acciones y logros que los risaraldenses debemos agradecer. Pero deja una huella indeleble de sectarismo y de soberbia. Pasó por encima del civismo pereirano y de muchos de los valores ancestrales para imponernos un estilo de gobierno excluyente en el que solo cabían sus amigos personales o sus socios y cómplices políticos. Impuso alcaldes a dedo y gabinetes sesgados que se rindieron a sus pies y que fueron prenda de garantía para mantener un feudo político y una hegemonía, claras muestras de su interpretación del liderazgo. ”Me sacan pero muerto” decía en sus discursos para exacerbar los ánimos y para plantear la contienda en términos de una guerra a muerte con la polarización como estrategia. Nunca Pereira estuvo más dividida que ahora.

Convirtió los entes de gobierno en máquinas electorales que olvidaron su función principal; repartió contratos de prestación de servicios a diestra y siniestra para aceitar el engranaje mientras adjudicaba licitaciones hechas a la medida y con sabor a favoritismo, y nos atiborró de nombramientos fundamentados en criterios politiqueros con ausencia, muchas veces, del concepto de idoneidad.

Más grave aún fue el nepotismo que impuso en la ciudad: un cargo para su ex esposa, contratos para su compañera, beneficios indirectos para su hijo, varios puestos -al final uno grande- para su hija y lujosos cargos para todos los familiares del clan.

También obligó y acostumbró a empleados y contratistas a pagar diezmos electorales. El año pasado, el periódico LaTarde denunció la venta de cien boletas para una rifa cuyo precio era de un millón de pesos y cuya finalidad era proveer fondos para la máquina electoral. Este año repitió varias veces el ejercicio aunque sin boleta y sin rifa para no dejar huellas. Celebró asimismo en un Club de la ciudad un auto agasajo con motivo de su cumpleaños, con recinto abarrotado de contratistas y empleados públicos que tuvieron que pagar una alta suma de dinero para asistir. Nada nubla más la mente que la arrogancia.

En Pereira, que parecía la patria boba, hasta el más tonto se cansó. La ciudadanía reaccionó, ¡y de qué manera!

El reto de Gallo es borrar esas huellas.

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